sábado, 23 de noviembre de 2013

Asi es la política.




Se dice que en España son más los políticos honrados que los corruptos, y es de esperar que así sea; no obstante, tal afirmación se antoja resbaladiza a la vista de que no tenemos constancia de que ningún partido denuncie la corrupción propia cuando tiene conocimiento de ella. Vaya por delante que esta realidad no presupone que los aparatos de los partidos y los políticos que integran estas formaciones sean corruptos en sí mismos por el hecho de callar. Sin embargo, hay que reconocer que es complicado de digerir para la opinión pública que nadie en los Gobiernos y en los partidos que los sustentan haya tenido nunca conocimiento de esas prácticas corruptas antes de que fueran puestas a disposición judicial. Así las cosas, se precisan mayores y más efectivos mecanismos de control acompañados de reformas legales que amplíen los tipos penales a fin de provocar un efecto disuasorio entre corruptores y corrompidos.
La política, por la responsabilidad que implica su ejercicio, es la más noble de todas las actividades que puede desarrollar una persona por ser la que administra y gestiona unos recursos públicos (escasos y fungibles) tendentes a satisfacer las necesidades que precisa el interés general. Por tanto, si desde las empalizadas ideológicas que representan los partidos no se selecciona a los más capaces para el desempeño de dicha actividad, luego no puede sorprendernos que su ejercicio termine representando justo lo contrario de lo que en teoría dice defender. Hay que entender que cuando la franja que separa la democracia de la corrupción se achica, el resultado es siempre un juego de suma cero, donde es la democracia la que cede todo el terreno que la corrupción conquista.
Por ello, es menester reconocerle a Rousseau el buen juicio de su pronunciamiento: “Si existiera un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente, pero un sistema de gobierno tan perfecto no está hecho para los hombres”. Aunque sea el miedo el que guarde la viña, no nos confundamos, han de ser las personas las que deben hacer bueno el sistema y no al revés.

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