Las paradojas de la reforma eléctrica
El recibo de la luz en enero de 2015 va a ser, para un consumidor doméstico tipo, cerca de un 4% más caro que el de diciembre.
Nada menos que un 18% más caro si lo comparamos con el mismo mes del
año anterior. Es claro que estamos ante elevados precios que, en año
plurielectoral, resultan anómalos.
Durante las primeras semanas del mes
hemos asistido a una menor contribución renovable a la producción de
electricidad a la habitual por estas fechas -desde luego, muy inferior a
la del año anterior- hecho que, paradójicamente, ha propiciado que el
actual ministro de energía, que sin duda será recordado por arrasar el
sector renovable español, haya declarado confiar en él para que los
precios vuelvan a niveles más asumibles.
Lo más curioso es que, en los últimos días del mes, la
producción renovable (en particular, la eólica) se ha incrementado
notablemente; pero, contra lo que esperaba el ministro, la caída de
precios no está correspondiendo.
Veámoslo con un ejemplo: comparemos los días 28 de enero de 2014 y 29 de enero de 2015. Escojo éstos porque, como puede comprobarse en el gráfico siguiente, son eléctricamente muy similares: tanto la demanda como las producciones nuclear, eólica y solar son prácticamente idénticas.
Veámoslo con un ejemplo: comparemos los días 28 de enero de 2014 y 29 de enero de 2015. Escojo éstos porque, como puede comprobarse en el gráfico siguiente, son eléctricamente muy similares: tanto la demanda como las producciones nuclear, eólica y solar son prácticamente idénticas.
Resulta evidente que la gran diferencia
entre ambos días es que una parte relevante de la producción
hidroeléctrica de 2014 ha sido sustituida por térmica (carbón, gas y
fuel) en 2015. Alguien podría pensar que el problema es que no hay agua
en los embalses: nada más lejos de la realidad. Según datos del
Ministerio de Medio Ambiente, los embalses hidroeléctricos se encuentran al 76,6% de su capacidad, muy por encima del 66,4% medio de los últimos diez años. Nos encontramos, por tanto, una vez más, con una decisión empresarial de no desembalsar demasiada agua.
No obstante, la diferencia de precios del
mercado mayorista de electricidad, atención, es esta vez enorme:
pasamos de 4,95 €/MWh a 44,35 €/MWh. ¿Cómo es posible que una
variación de poco más del 10% de las fuentes de generación provoque que
el precio prácticamente se haya multiplicado por nueve?
La respuesta no es otra que la propia
reforma energética, que tanto he criticado y que desplegó completamente
sus efectos a partir de junio de 2014. La misma, además de recortar
brutalmente los ingresos de las plantas renovables, ha transformado
éstos básicamente en fijos, independientes del volumen de energía
generado. El incentivo para producir más cuando más falta hace es, en
consecuencia, nulo. Sobre todo si las plantas renovables pertenecen a un
grupo empresarial que cuenta con otras tecnologías de generación:
interesará mucho reducir ligeramente la aportación renovable a costa de
incrementar la fósil en la misma medida. Los ingresos totales obtenidos,
como hemos visto, pueden multiplicarse.
Por si faltaba algo, además, una parte
relevante del parque renovable se ha quedado sin prima alguna, por lo
que cobra exclusivamente el precio de mercado. Naturalmente esto ha
ocasionado un cambio de conducta en su forma de ofertar su energía.
Hasta el año pasado era frecuente encontrar episodios de gran aportación
renovable en los que el precio era cero, esto es, toda la energía
eléctrica del país se producía gratis. Ahora es mucho más difícil,
porque las plantas que no tienen otra retribución ya no ofertan a precio
cero sino a su coste variable. La ausencia de estos ceros afecta fuertemente a las medias diarias, semanales y mensuales de los precios, aumentando éstas considerablemente.
En fin, que la desastrosa regulación de
las renovables que se puso en funcionamiento en 2014 está,
paradójicamente, poniendo en jaque la estrategia del Gobierno de bajar
los precios de la energía en año electoral. Apuesto a que en los
próximos días vamos a asistir a nuevos cambios normativos o,
alternativamente, a cambios en la estrategia empresarial relativa a la
gestión del agua.
- El actual Bono Social eléctrico, es muy excluyente y rácano, resultaría mucho más beneficioso si se aplicase sobre renta mínima, ya que al darse mucha precariedad en la contratación laboral (contratos por horas) provoca que por el hecho de cotizar a la SS por unas míseras horas semanales, ya te excluyen del Bono Social eléctrico.